martes, 17 de marzo de 2015

Mil Perdones.

Por no haber escrito ayer. 
Tengo una amiga estupenda viviendo en Francia, que me ha preguntado qué ha pasado que ayer no hemos hecho una entrada, y le he tenido que decir la verdad: que no sabía qué escribir. 

Estaba cansada y la inspiración que hace que siempre escriba a toda velocidad, aunque luego lo borre y escriba otra cosa, y lo vuelva a borrar y al final acabe con un batiburrillo de ideas que quiero contar y no sé en que orden, se fue por completo. 
Así que decidí que hoy sería otro día.

Os voy a contar el día de ayer:
Me levanté a las 7:30 y encendí el móvil, como todos los días. Al segundo y medio después ya me arrepiento, porque empiezan a entrar whatsApp sin parar y mi marido se queja de que no le dejo disfrutar de sus 15 minutos extras durmiendo.

Saco a Dora a que vaya al baño al poder ser lejos del baño de casa, preferiblemente en la esquina de la plaza que es, hasta donde consigue llegar, sin hacerse pis.

Llego a casa y comienzo a levantar al personal. Mientras Dora se dedica a sacar todos los zapatos de las niñas del zapatero, supongo que nerviosa perdida porque sabe que en unos minutos ellas bajan y le dan su ración de achuchones matutinos.

 Conseguimos llegar al cole más o menos a la hora adecuada. Y me voy con Dora a dar un paseito.
Después regreso a casa y me pongo a hacer todas las tareas que hacemos las amas de casa (una lista interminable de cosas que duran exáctamente veinte minutos perfectas), y dedico un rato a las gestiones del AMPA, ayer en concreto, llamadas telefónicas con las distintas delegaciones. 

Y llega mi hora favorita, la hora de ir al cole a buscarlas.
Regresamos a casa, comemos y vamos a la actividad que toque o damos un paseo a la perra. 

Ayer yo tenia una reunión en el cole por la tarde. 
Después de la reunión, fuimos a darle el paseo a Dora, y resultó que nos encontramos con unos amiguitos y estuvieron jugando los cuatro niños con la perra un ratito, además de darles tiempo a pelearse otro ratito.

Y el resto de la tarde estuvimos estudiando porque Marta tenia su tarea de siempre y además Beatriz tenia hoy examen de cono.
Cuando terminamos la tarea, se ducharon mientras yo preparaba la cena, cenaron y seguimos repasando el tema.

Total, nada excepcional, ni espectacular, ni agotador, pero  a las 10:30 de la noche encendí el ordenador y no sabia qué poner. Estaba en blanco. Y la cama me llamaba a gritos.

Ahora, Marta está haciendo sus ejercicios de logopeda. Tiene que descubrir cúal es y escribir la palabra que le han separado en sílabas y, a veces, se atasca:
- ¿Qué pone aquí?
- Marta , piensa un poco.
- Es que no sé. Pone: del- do- ga. Y no se me ocurre nada.
- Te voy a dar una pista: ¿cómo está tú hermana?
- Pues, ¿está agobiada?, ¿está tonta?, yo que sé...
- Anda, intentalo otra vez.
- ¡AHHH!  del-ga-da.