martes, 17 de febrero de 2015

Caer y levantarse.

   Todos nos hemos reído en el cole cuando un compañero o compañera se ha caído en clase o en el patio del colegio. Y todos hemos sentido esa vergüenza abrumadora, cuando nos ha pasado a nosotros y el resto del colegio, los adultos que pasaban por la calle, e incluso los niños de los colegios de ciudades vecinas (o eso te parecía), se reían de ti y tu estúpida caída. 
    Pues bien, eso entra dentro de los parámetros de la normalidad. 
   Lo que ya no es tan normal es que sientas esa vergüenza todos los días de tu vida porque los niños son crueles y disfrutan de las debilidades de los demás.
   Y eso es lo que ahora está a la orden del día.
   Este tema es algo muy serio, y requiere de muchas entradas porque no soy capaz en una sola de reflejar todo el estupor, la rabia y la indignación que me produce el abuso de niños a otros  niños.
   En mi humilde opinión, los principales causantes de este problema somos los padres que nos parece fenomenal cualquier cosa que hagan nuestros queridos retoños. 
   Marta, ha salido llorando en más de una ocasión, porque sus compañeros se han reído de ella. Pero, lo peor es que hoy es de ella y mañana se rien del de al lado y pasado de otro niño distinto. En resumen, los niños son muy poco solidarios y bastante crueles entre ellos.
  Ella tienen la suerte de estar en una clase pequeña con unos maestros estupendos, en la que cualquier conato de burla es cortado rápidamente, pero aún así, ha tenido que escuchar las risas de sus compañeros cuando se equivocaba al leer, las burlas cuando no conseguía escribir una frase con sentido en la pizarra, e incluso, que no quieran formar parte de su equipo de preguntas porque Marta "es tonta" y no se entera...
   Todas estas cosas, minan la autoestima de cualquiera.
   Marta, a base de recordarle que no es tonta y que cada persona tiene sus propios problemas porque no hay NADIE perfecto, cada vez le afecta menos. Pero siempre hay algún día que te dice cosas como:
- "Hoy me ha tocado ser delegada de clase y tenía que apuntar los nombres de los niños que hablaban en la pizarra cuando el maestro salió un momento a por folios".
- Anda Marta, ¡Que bien! Y ¿has apuntado a muchos?.
- "No, a ninguno"
- ¿No han hablado?
- "Si, casi todos".
- "¿Y porque no has apuntado?"
- "Pues mamá, por no escribir los nombres en la pizarra y que me equivocase y se rieran de mí..." 

  Una frase que mi abuela nos decía cuando eramos pequeños y que es una filosofía de vida maravillosa es: "nunca hagas nada que no quieras que te hagan a ti", y yo añado, porque no sabes lo que detrás de cada persona puede estar ocurriendo, ni cual es su historia.

   Hoy voy a terminar con un dibujo hecho por Beatriz.  Según ella, es un amanecer.
 Y yo espero que amanezca el día en que seamos más tolerantes.

1 comentario:

  1. Hola Marta:
    Leyendo esta entrada he pensado: Vaya, parece que hay cosas que, por mucho tiempo que pase, no cambian. Mi paso por la escuela tampoco fué fácil. En mi clase habia tres tipos de compañeros: los "populares", que aprovechaban su condición de guays para machacar a los demás; los "del montón", machacados cuando por algo se ponían en el camino de los guays, y los "pringaos", cabizbajos y de mirada recelosa, siempre en su objetivo, independientemente del motivo, daba igual. Lo confieso, yo era de los "pringaos": eres fea, tus zapatos son pateticos, vaya pantalones te ha comprado tu madre, mira la listilla ésta....Llegué a la conclusión de que no me iban a dejar en paz nunca.Con el tiempo me di cuenta que había otra categoría más, los "intocables" y me propuse aprender de ellos y de lo que hacían para ser siempre invisibles a los ojos de los guays. El secreto era que contestaban, que se defendían, que no se sentían menos por lo que les decían y habían conseguido ser respetados "por si las moscas", ya me entiendes. A mis ojos se transformaron en un ejemplo a seguir. Desarrollé lo que yo llamo "la teoría del corcho": si intentas hundir uno no lo vas a conseguir ; empujas y empujas y nada, sigue flotando. Eso es lo que necesitaba, ser un corcho con algunos compañeros. Con el tiempo mis relaciones mejoraron y eso me ayudó a descubrir la cantidad de "interesantes", una nueva categoría, que había detrás de algunas caras tristes. Empecé a tener amigos de verdad, ya no invertía todo el tiempo en esconderme y desarrollé mi segunda teoría pero la dejo para otro día,Tú tendrás que desarrollar tus propias teorías que te ayuden a salir adelante y pensando, pensando, seguro que las descubres.

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