Así es como la conocemos en casa.
Pero además de la tía con la que juegan a maquillarse, ponerse tacones y vestidos, mientras bailan con la música a tope, también es psicóloga y psicopedagoga infantil.
Y en el aspecto profesional es muy buena. Eso dicen todos los que han trabajado con ella (para que no penséis que me ciega el amor fraternal).
Ella fue la primera que me dijo que Marta tenía una dificultad, pero he de decir (la he pedido perdón como mil millones de veces) que no la hice mucho caso, porque es mi hermana pequeña y en casa del herrero cuchillo de palo.
También tengo que aclarar que por desgracia vivimos a 800 km de distancia, y, que ella sólo me da consejos telefónicos, porque nos vemos mucho menos de lo que nos gustaría.
En cualquier caso, le he pedido (y he tenido que insistir, porque está muy ocupada) que una vez a la semana escriba una entrada profesional sobre la dislexia y ¡¡¡lo he conseguido!!!.
Hoy vamos con la primera:
La
dislexia es trastorno del lenguaje que afecta básicamente al aprendizaje de la
lectura, pero que se manifiesta también en la escritura; se da en personas con
una inteligencia normal o alta que no padecen alteraciones sensoriales y que
han recibido una instrucción adecuada.
Comprender
las verdaderas dificultades y esfuerzos que un niño con dislexia debe realizar
ante el aprendizaje de la lectura no es fácil para padres y profesores, especialmente
si no se tiene en cuenta que el desarrollo de las habilidades lectoras son
independientes de otras habilidades cognitivas y lingüísticas, como la
inteligencia, razonamiento, memoria o vocabulario. Es frecuente que tanto los
profesores como los padres, al no ser conscientes de la independencia entre unos y otros procesos, les
resulte increíble que el niño pueda tener un aprendizaje tan deficiente en la
lectura y, en cambio, tiene buena inteligencia, buen nivel de razonamiento,
buena memoria y un buen nivel de vocabulario. Esta discrepancia es la que, a
menudo, hace pensar en una falta de motivación e interés por parte del niño,
considerándolo como un “vago”. Lo que le lleva a sufrir una cierta persecución
por parte de los adultos.
Durante
el aprendizaje de la lectura, las dificultades que muestran los niños con
dislexia son las mismas que muestran los niños que tienen una maduración más
leta, lo que hace difícil el diagnóstico temprano de dislexia y, por lo tanto, la
intervención. No es hasta los 7-8 años cuando podemos establecer un diagnóstico
fiable de dislexia.
En
2º de Educación Primaria, especialmente hacia el 2º y 3er trimestre es cuando
comienza a hacerse patente la persistente dificultad para adquirir las
habilidades lectoras. Es en este momento cuando podemos establecer un
diagnóstico de dislexia.
Marta Palomera.
He puesto en el pie de página un enlace con su pagina web por si hay alguien que quiera contactar con ella.
Y ahora los dibujos del día. Así es como ven ellas a su tía.